La historia de parto
Mi primer parto fue una inducción muy larga, 36 horas, donde terminé con episiotomía, desgarro y anemia, y lo peor no fue la parte física. Tengo lagunas de todo lo que pasó, siento que yo no dirigí mi parto, que no hice nada por voluntad propia.
Dos años después me quedé embarazada y empecé a leer sobre hipnoparto, hice el curso de Paula de myBabymyBirth®, y practiqué las respiraciones.
Al final del embarazo me di cuenta de lo traumatizada que estaba, entre otras cosas, al volver de una visita al hospital, me eché a llorar por el miedo que me daba volver a pasar por lo mismo, imaginándome allí de nuevo.
Un domingo por la noche, al poco de salir de cuentas comencé a notar contracciones, me puse mis cascos para escuchar las relajaciones, me senté en la pelota y estuve haciendo respiraciones. Al cabo de unas horas me dio por contar las olas, y casi todas eran cada menos de tres minutos. Pero estaba bien, tranquila.
Le dije a mi marido que llamara a mi madre para que viniera a quedarse con el mayor y me fui a duchar. Y ahí comencé a notar más intensidad, mucha más intensidad. Llegó un momento que le dije a mi marido que llamara a la ambulancia que no podía ir al hospital en el coche. Llamó para que viniera una ambulancia, pero avanzaba rápido. De repente rompí la bolsa y le dije que me ayudara porque al tocarme noté la cabecita.
Tenía ganas de empujar, muy fuerte, muchas ganas.
Estaba concentrada, mucha gente me pregunta si sentí miedo, quizá si, no lo recuerdo, lo recuerdo muy instintivo, como que sabía lo que tenía que hacer, el cuerpo me pedía empujar.
Al momento salió la cabeza y medio cuerpo y le dije “Cógele que en la siguiente sale” y así, nació mi bebé. Llegó mi madre, había tardado 12 minutos, y ya tenía a mi bebé en brazos. Después me ha contado que no se asustó porque me vio cansada pero feliz.
Mi marido y yo, juntos y solos, en el baño de nuestra casa trajimos al mundo a nuestro segundo hijo. Luego llegó la ambulancia, yo estaba bien, feliz, con mi bebé en brazos enganchado al pecho.
Ya en el hospital, me dijeron que si no salía la placenta me tendrían que poner oxitocina, pero yo dije que no, pensé "ahora que vengo con el trabajo hecho no me van a medicalizar". A la primera salió con ayuda del ginecólogo, que casualmente se llamaba igual que el hijo que acaba de tener. Se portó genial conmigo, me cosió poniéndome un poco de anestesia local donde iba necesitando y fue super amable.
Y así fue mi parto sanador, me reconcilié con esa parte de la maternidad. Me sentí empoderada, feliz y la recuperación fue increíble.
No tengo palabras para agradecer todo lo que me ha ayudado el curso de hipnoparto de Paula.
Si tuviera otro hijo (que no está en mis planes) no me importaría dar a luz en el hospital, porque ya sé que puedo sola, que lo voy a hacer bien, que el hospital solo es por si hay complicaciones, pero que puedo ser capaz de dirigir mi parto si todo va bien.
Y me gustaría que llegara a muchas otras mamás, que somos fuertes, que sabemos y podemos tener un parto bonito, solo necesitamos creérnoslo y confiar en nuestro cuerpo.
Muchas gracias,
Elena Santamaría Muñoz
